miércoles, 19 de diciembre de 2018

Bale se exhibe con un hat trick ante el Kashima y el Madrid accede a la final


El Real Madrid se clasificó para la final del Mundial de Clubes de la FIFA tras devorar (1-3) al campeón asiático, el Kashima japonés, gracias a la exhibición de Gareth Bale, quién reclamó todos los focos con un hat-trick y permite a los merengues pelear por tercer año consecutivo por seguir dominando el planeta fútbol.

Bale, Bale y Bale. El galés marcó tres goles en apenas 10 minutos -con el descanso por medio- y truncaron cualquier sueño de los japoneses, que pusieron contra las cuerdas al Madrid de Zidane hace dos temporadas. Esta vez no hubo debate, se disiparon las dudas y el vigente campeón de Europa sigue su camino previsible hacia el título.

Cualquier resultado que no sea levantar el Mundial este sábado será un fracaso para un equipo que -si se le sopla- se desvanece. Las debilidades en defensa y la poca creación en el centro del campo dada la ausencia de Asensio e Isco, que entraron en la segunda parte, provocó un partido obtuso, algo espeso y casi sin ocasiones hasta que apareció Bale.

El expreso de Cardiff, que hibernó para llegar a la cita con lustre, hizo olvidar el doble aviso de los japones en el segundo minuto de partido. Serginho tiró cruzado obligando a la estirada de Courtois y un mano a mano de Doi, que también detuvo con mucha templanza el cancerbero belga. Todo esto se olvidó. Y el Rayo, y el CSKA y hasta el Eibar, por muy lejos que quedara.

Así es este negocio, que muchas veces no calibra ni la entidad del rival ni la enjundia del envite. Un torneo de verano que se disputa en invierno y que entrega, al representante europeo, la obligación de ganar y no pasar apuros. Estas dos máximas las cumplió el Real Madrid a la perfección. Bale tuvo toda la responsabilidad.

El 0-1 lo logró a un minuto del descanso tras una buena combinación con Marcelo. El brasileño le habilitó con precisión y Bale fusiló al palo largo para marcar la distancia. El Kashima se deshizo tras su esfuerzo por mantener la disciplina en cada tarea. Sólo algún balón a la espalda cuestionó el orden de los pupilos de Solari, que desataron la fiesta en el arranque del acto final.

El segundo de la noche en Abu Dabi, donde coreaban cada taconazo del Real Madrid, llegó tras un error grosero del equipo asiático. Una mala cesión de Huyn hizo que Bale encendiese la bombilla. Aprovechó la indecisión, robó el cuero en el corazón del área y logró el gol a placer tras driblar al portero coreano.

La autopista estaba servida para un Bale que encontró en Benzema a su mejor socio. El francés se hartó de jugar de espaldas y estampó su firma en cada jugada. No marcó, pero sí pudo engrasar la maquinaria blanca en los metros finales. Su presión fue fruto del 0-3, que sentenció cualquier reacción del equipo dirigido por Go Oiwa.

No habría motín en la capital emiratí, todo estaba bajo control para Solari pese a que todavía restase más de media hora. Se lesionó Asensio, que protagonizó la única mala noticia para los españoles y el Kashima recortó distancias con un disparo de Doi. Merecido por la insistencia.

Nada cambiaría para empañar la sensacional actuación de Bale, quien llevó de la mano al Real Madrid a una nueva final, la tercera del año. Su rival será el Al Ain, anfitrión del Mundial, y verdugo de River Plate. Una cita para saber si los blancos logran su tercera corona mundial consecutiva, la cuarta en su historia.


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