Brasil no tuvo problemas para clasificarse para los cuartos
como líder de grupo C y batió a Nueva Zelanda sin despeinarse. La tremenda
diferencia entre ambos quedó patente desde el inicio. El conjunto de Mano
Menezes superó sin problemas a la débil defensa neozelandesa cómo y cuando
quiso. Neymar, muy incisivo por la parte izquierda, marcó en una jugada bien
anulada por fuera de juego. Poco después llegó el primer tanto. Danilo demostró
su habitual llegada desde atrás y, tras una buena pared con Leandro Damio,
batió con la izquierda a O’Keefe.
Ya para entonces se
sabía de sobra que no había equipo enfrente como para cuestionar la primera
plaza del grupo. Esa comodidad en el juego sacó lo mejor de Brasil, aunque
siempre en cuentagotas. Lo mejor fue la acción del segundo tanto. Marcelo, de
tacón, Alex Sandro y Damiao construyeron una preciosa jugada por la izquierda
que levantó al público de Newcastle. Lástima que ese talento no aparezca de
forma más continuada, sino los brasileños serían casi imparables.
Porque con la ventaja en el marcador y la nula capacidad de
Nueva Zelanda volvió de nuevo la relajación de los anteriores partidos. El
mediocentro Sandro hizo el tercero por la inercia que llevaba el equipo del
primer tiempo y Neymar falló a puerta vacía cuando lo más fácil era anotar. Los
neozelandeses se estiraron y llegaron a reconocer la cara del guardameta
Gabriel. Y en esos minutos de zozobra llegó la expulsión de Alex Sandro, por
tirarse con un 3-0, que le hará perderse el cruce de cuartos. Esa incorregible
naturalidad de los brasileños por buscar problemas donde no los hay debería ser
su único obstáculo hacia el oro. En el otro partido del grupo, Egipto superó a
Bielorrusia por 3 tantos a 1 y accede a cuartos como segundo.
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