Las dolencias en el hombro derecho asomaron casi desde el
principio en el murciano. Almagro había insistido en la necesidad de olvidar el
dolor durante los partidos. No fue el caso ante Murray, una empresa mayor.
Enchufado aún al buen nivel que demostró en Wimbledon, donde
fue subcampeón. Almagro, que ni siquiera pudo experimentar por primera vez las
sensaciones de la pista central del All England Club, solo mantuvo el tipo
durante cuatro juegos. En el quinto perdió el servicio. Y la concentración también.
Buscó el hombro con frecuencia. Con gestos de dolor. Al tiempo que buscaba el
auxilio de los técnicos españoles en la grada para indicarles que no podía más.
Murray siguió a lo suyo. Muy acertado con el saque -firmó 15
saques directos- el marcador le ayudó de forma impensable gracias a los
numerosos errores del español, fuera del partido. El escocés cerró el primer
set en 32 minutos. Almagro aprovechó el parón para solicitar el auxilio del
médico, que trató el hombro dañado durante unos minutos.
Para la vuelta al partido Nicolás Almagro ya se había
marchado. Afrontó el segundo set como un trámite a cumplimentar. Mermado en lo
físico y en lo moral. Más pendiente del dolor que de devolver la bola.
Cedió el saque de entrada y también en el quinto parcial.
Murray siguió a lo suyo y acabó con el duelo en 59 minutos. Resguardó energías
para momentos de mayor exigencia. Como los que le esperan a partir de ahora. El
ganador del duelo entre el serbio Novak Djokovic y el francés Jo Wilfried
Tsonga para la lucha por las medallas, en la que España no estará.
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