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martes, 29 de septiembre de 2015
Un golazo de Suárez culminan la remontada de un Barça mermado ante el Leverkusen
El FC Barcelona se impuso este martes al Bayer Leverkusen en el Camp Nou (2-1) en la segunda jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones, en una remontada exprés firmada en dos minutos mágicos donde toda la ineficacia anterior se borró para deshilvanar a un Bayer Leverkusen atrevido que seguramente pudo merecer más, pero que finalmente se vio borrado en los minutos finales por los goles de Sergi Roberto y Luis Suárez.
No es que el Barça no tuviera ocasiones, que las tuvo, pero pese al triunfo final sigue sin encontrar el equipo de Luis Enrique la autopista al gol, la eficacia rematadora. Sin precisión no llegan los goles, y sin estoss no llegan los triunfos. Una sentencia abrumadora, tanto como lógica y tópica, pero básica. Y, al final, con dos zarpazos de Sergi Roberto y Luis Suárez en los minutos 80 y 82, dio la vuelta al marcador para sellar un triunfo clave, aunque no deje de ser un oasis, pues fue engañoso.
Lo mejor del actual campeón de Europa fue que no dejó de creer en ello, aunque la pasividad con la que plasmaron en el césped sus intentos de remontada hicieran levantar tímidos silbidos en el Camp Nou en varios momentos. Tenía poco trabajo Leno, y lo resolvió bien hasta que llegó la hora de confirmar el triunfo y él y sus compañeros le dieron una aspirina al Barça, al que le vino bien la cierta relajación de los alemanes antes de tiempo.
El Bayer Leverkusen no se quedó atrás en acciones ofensivas. Venía de un 4-1 contra el BATE Borisov y poco a poco veía como la utopía de salir líderes reforzados del Camp Nou se tornaba en realidad. Avisó Kampl, con una gran primera ocasión para un rival atrevido y sin vergüenza, ante la que Ter Stegen hizo la estatua para ver cómo se iba fuera por poco. Seguido, pérdida de Busquets que acabó en nada por intervención de Piqué.
Avisos de malos augurios y, en el minuto 22, llegó el gol. Un remate rápido del central Kyriakos Papadopoulos en un córner botado al primer palo por el especialista Çalhanoglu. Suárez no hizo la ayuda a Mathieu y éste no saltó con el griego, que remató a placer ante la incredulidad de Ter Stegen, que ni se movió y achacó el error al uruguayo. Una jugada aislada, pero clave pues estuvo a punto de comportar que este Barça huérfano de Messi y, sobre todo, de su esencia de juego, tuviera de ahora en adelante poco margen de maniobra y de error.
Visto que Neymar era a quien buscaban sus compañeros y que dentro del partido espeso de los blaugranas era quien podía hacer algo diferente, Luis Enrique optó por subirle a la punta junto a Luis Suárez, ejerciendo esa posición de segundo delantero o 'falso 9' destinada otras veces para el ausente Leo Messi. Debían cambiar las cosas y probó con esto el técnico asturiano, resignado en la primera parte ante los errores de su equipo, sobre todo atrás.
Cuando el Chicharito estuvo a punto de poner el 0-2 nada más reanudarse el partido tras el descanso, en el Camp Nou respiraron aliviados, pero fue un espejismo. De hecho, fue un aviso que no fue a más. El Bayer se encerraba, pero no renunciaba a jugar con criterio en ataque, aprovechando la técnica de Kampl y Çalhanoglu como extremos atópicos con libertad de movimiento, y la movilidad de Bellarabi, que actuaba de segunda punta. Eso sí, cada vez pensaban más en amarrar el 0-1 y les acabó saliendo mal.
Quien sabe si por perdonar esa posible sentencia, el técnico visitante, Roger Schmidt, dio descanso al 'Chicharito' para dar entrada al veterano Kiessling, con la previsión de que el Barça cada vez estiraría más sus líneas en busca del empate, pero el conjunto azulgrana no encontraba cómo abrir la lata y para colmo el capitán Andrés Iniesta pidió el cambio por una posible lesión, otro posible dolor de cabeza para Luis Enrique.
Cuando parecía que ya no habría manera de acabar con la telaraña tejida por la defensa del Bayer, llegó el empate en una jugada llena de rebotes donde Sergi Roberto, recién entrado, fue el más listo para poner la bota y marcar. Ni Neymar ni nadie más, ni el Barça como equipo, era capaz de hacer sonreír a Messi, que lo miraba impotente desde el palco haciendo esfuerzos para no mover su maltrecha rodilla.
Pero esto fue así hasta que el azar hizo acto de presencia en el Camp Nou. Primero, con un empate que dejaba las cosas más fáciles de lo que estaban hasta diez minutos antes del final, pero que era insuficiente. Y ahí apareció un Luis Suárez que no solo trabaja y pelea sino que marca, y que sabe cómo hacerlo en los momentos claves.
Es un rematador puro, innato, y sin Messi tiene más opciones de remate, y como ante la UD Las Palmas lo aprovechó para firmar un sensacional disparo con sabor a remontada exprés y para situar líderes a los suyos tras el inesperado tropiezo de la Roma ante el BATE.
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