Mireia Belmonte le dio a España la primera medalla en los
Juegos de Londres. Es curioso que una nadadora, un deporte de poco éxito
olímpico, se convierta en el salvador del orgullo español en el quinto día de
competición. Así de imprevisible es Mireia, que nadó como nunca en una prueba
en la que, a priori, partía con menos probabilidades de podio que en otras: los
200 mariposa.
La nadadora del CN Sabadell fue valiente. No le atenazaron
ni los nervios ni el espectacular Centro Acuático de Londres. Decidida, tocó
segunda en el primer 50. Lejos de hundirse, Mireia fue a más. No pensó en las
rivales, sólo en ella, en sacar ese talento que lleva dentro. Comenzó a liderar
la prueba en el 100 dejando claro que iba en serio. En el viraje salió con
fuerza, decidida, y siguió manteniendo la distancia de sus rivales. En ese
momento ella se percató de que iba primera y de que la medalla estaba a tocar.
Finalmente, la china Jiao Liuyang la adelantó pero Mireia
aguantó la plata, con los dientes. Cuando tocó se dio cuenta de su éxito y no
se lo podía creer. Su éxito sólo tiene un precedente en la natación femenina,
el bronce de Nina Zhivanevskaya en Sydney 2000, en los 100 espalda. A Mireia
todavía le queda una prueba, los 800 libres, donde también tiene muchas
opciones de entrar en la final y, por qué no, una vez se ha soltado, también
podrá combatir por su segunda medalla.
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